José Augusto Azpúrua G. Fuenteovejuna... ¡todos a una!
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¿Quién mató al comendador? Fuenteovejuna... ¡señor! Y ¿quién es Fuenteovejuna? ¡Todos a una! Bastante conocida para quien quiera haya ido a la escuela es la historia de Lope de Vega: Fuenteovejuna,
la cual debería servir de lección a los generales que hoy en día emplean la televisión para decir insensateces e inexactitudes. La gran mayoría del pueblo venezolano no es idiota ni sigue a líderes que les conduzcan a la ruina. La existencia
de un "líder de la oposición", a quien la población siguiera ciegamente, como hacen ellos con Chávez, sería su mayor deseo;
ya que creer en el poder descabezar a un solo hombre, y lograr con ello un cambio de adhesión, pasando la gente, de seguir
ese líder, a seguir a Chávez, demuestra lo poco capaces de ver la realidad que resultan los generales de a tres por locha
que ha producido el chavismo. Fuenteovejuna es una historia muy vieja, pero no por ello menos susceptible de ser una gran lección. Cuando
un pueblo es oprimido, va a reaccionar, y su reacción no va a ser pacífica. Maquiavelo, p.e. podrá haber sido una persona de pocos escrúpulos; pero fue un hombre que se daba cabal cuenta
de cómo eran las cosas y la gente, y le recomendaba a sus lectores que detentaban posiciones de poder, que respetaran a la
gente, ya que más rápido se perdonaba la muerte de un familiar que la continua vejación de la gente. Y agregaba en sus comentarios
a las décadas de Tito Livio, que mucho más fácil de gobernar era un pueblo libre que uno a quien trataran de sojuzgar y mantener
aherrojado, ya que la gente estaría mucho más dispuesta a trabajar y producir cuando sabe que podrá conservar el producto
de su trabajo, que cuando el gobernante le ordena o impide que haga ciertas cosas, y/o lo despoja de una parte importante
de lo que pueda producir. Los pueblos, cuando ven sus libertades en peligro de desaparición y a unos gobernantes abusadores y empeñados
en manejar a la población como mejor les parezca, terminan por acabar con cualquier "comendador" como lo hiciera el pueblo
de Fuenteovejuna. Y esta admonición sirve para absolutamente todos los jerarcas del régimen, incluyendo a los del CNE. La mejor
forma de constatar el número de firmas válidas es: 1) eliminando aquellas que evidentemente no cumplan la normativa. Se sabe
que hay, en ambos bandos, algunas de ellas, y 2) publicando en los diarios la lista de las cédulas de todas las personas que
acudieron a firmar y que sus números de cédula aparecen en las hojas del CNE, entregadas tanto por Súmate como por el Comando
Ayacucho; de manera que la gente, viendo sus firmas allí, vaya al CNE a declarar su inconformidad con ella, en caso de no
haber firmado y aparecer como firmantes. En caso de no acudir al CNE a impugnar el hecho de que su firma aparezca allí, hay que tomar esas firmas
(de ambos sectores) como válidas. Esa es la mejor y más clara forma de saber si las personas firmaron o no. El pueblo de Venezuela no se chupa el dedo, ni somos, como lo cree el ministro Lucas Rincón, una masa susceptible
de ser embaucada siempre por un grupo. Ya en Venezuela Chávez engañó con su verbo encendido a una parte de la población que
se dio perfecta cuenta de su error. Y a medida que pasa el tiempo y la población se va percatando de la simpleza mental de
los jerarcas del régimen y la cantidad de contradicciones e inexactitudes en las cuales caen tratando de convencer a los crédulos,
es mayor el número de personas que les van dando la espalda, incluyéndose allí individuos calculadores y capaces de actuar
como si fuesen verdaderamente sus amigos, sin serlo, como Lula y Kirchner, a quienes les guían tan sólo intereses políticos
y económicos en sus aproximaciones al orate de Sabaneta. Ideológicamente ya no queda nadie que crea en las bolserías comunitarias que Chávez proclama y que oyen con
deleite tan sólo mentes primitivas incapaces de entender que para tener hay que 1) producir, ó 2) quitarle a quien produjo. El sistema de quitarle a quien produjo, que es el método preconizado por Chávez y los gobiernos de los países
más pobres del planeta, no funciona. Y, por más que se empeñe, las mayorías de los venezolanos nos negamos a que se nos imponga
tal tipo de régimen. Así que vamos a hacer todo lo necesario para salir de este tipo de gobierno. Y de su propulsor. ¡Todos
a una! |
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