José Augusto Azpúrua G.

La Extemporaneidad













José Augusto Azpúrua G.





3erPolo
















joseapeq.jpg

 
 
 
Escribir cuando se sufre de ira, aún cuando sea una ira justa, no es conveniente, pues se puede uno ir de la lengua y expresar ideas de manera violenta y quizás hasta insultante o injusta.

Cuando se permite al cerebro procesar adecuadamente las ideas, podemos entonces expresarnos de manera mucho más sensata y menos violenta.

Cuando el Dr. Carrasquero y sus dos acólitos en la directiva del CNE decidieron invalidar las firmas de más de tres millones de venezolanos que las plasmaron en sus solicitudes de que se efectuase un referendo revocatorio, acabó dicho doctor (que no parece lo fuera por su profunda ignorancia) con dos elementos importantísimos; uno es el estado de derecho, al haber violado la constitución; y el otro el concepto de democracia, cuando la opinión de tres se convierte en una de mayor valor que la de tres millones.

Si tres millones de personas votaron, por medio de su firma, a favor de efectuar un referendo que determine si la mayoría sigue queriendo a Hugo Chávez de presidente, no es cosa de que la simple opinión de tres personas (afectas a Chávez) pueda tener mayor valor que la firma y la voluntad de más de tres millones de venezolanos.

Lo que han hecho el Dr. Carrasquero y sus adláteres Chavistas ha sido irrespetar y burlarse de tres millones de venezolanos, tan sólo porque el presidente, en su soberbia de creerse amado por la mayoría, calificó las firmas de chimbas, cuando lo chimbo es el proceso mental de un presidente que se empeña en aferrarse al  poder, aún cuando existen manifestaciones claras de haber perdido el favor de la mayoría.

Una persona que se empeña, no en gobernar, sino en mandonear a una población es porque ha perdido el seso. Pero, todo es cuestión de paciencia y de constancia.

Cumplir con las retorcidas decisiones del CNE para llegar al final al resultado de que se producirá un referendo revocatorio porque tal cosa es la voluntad de la mayoría es simplemente el aceptar las formalidades que habitualmente imponen las burocracias incompetentes y generalmente corruptas; pero constituye muestra de una extraordinaria civilidad, paciencia, constancia, y madurez mental.

Lo que sí es de esperarse es que una vez revocado el mandato del actual presidente, y de muchos de sus adoradores en le Asamblea Nacional, es que se produzcan una serie de cambios; cambios en la constitución para disminuir considerablemente las atribuciones presidenciales, tales como la de poder legislar, etc.; cambios en el poder judicial, para quitar de allí a una serie de personas que no han sabido interpretar rectamente las palabras y espíritu de la constitución, por imperfecta que ésta sea, y lo que han hecho es apoyar la ambición desmedida de un aspirante a dictador; cambios en la Asamblea, y cambios en un CNE con un presidente que no sabe hablar correctamente y dice estábanos por estábamos.

Cuando en la juramentación de la burocracia en sus cargos se les dice que si no cumplieran bien con sus obligaciones la patria os lo demande, esa demanda debe hacerse efectiva, y a Carrasquero y sus dos colaboradores habrá de pedírsele cuenta de haberse burlado cruelmente del pueblo venezolano irrespetando su constitución.

La Constitución no dice en parte alguna que para hacer una solicitud de convocar a un referendo revocatorio haya necesidad de seguir procedimiento alguno sino que el único requisito constitucional es que se presente una solicitud por más del veinte por ciento de los inscritos en el registro electoral.  Esta pudiera ser una solicitud verbal donde un mundo de gente se agolpara a las puertas del CNE a pedirlo (como cuando se le quitó el poder a Vicente de Emparan), o una serie de firmas que lo demuestren, no tan sólo en un momento dado sino que quede la constancia escrita de su solicitud. Y si bien dice que la solicitud hay que hacerla luego de transcurrida la mitad del período, en parte alguna dice que las firmas han de producirse en momento alguno. De hecho, la solicitud se hizo en el momento que la Constitución lo ordena. Pero apartando las formalidades (como se hiciera en Abril de 1.810), si los presidentes (tanto de la república como del CNE) tuvieran un mínimo de vergüenza, como la tuvo Emparan, lo que deberían hacer es repetir, como aquel lo hiciera, pues yo tampoco quiero el mando, y se largaran a otra parte con su ignorancia, incompetencia, e irrespeto para con el pueblo.

 
 
















3erPolo

hans-herman-hoppe-banner.jpg